USME, TIERRA DE PROMISIÓN
Cuando Usme era apenas un caserío -año 1480-, el cacique chibcha Ubaque lo invadió e incendió. Con esa actitud quería demostrar que estaba dispuesto a conquistar, así fuera por la fuerza, a Usminia, la hija del jefe indígena Saguanmachica , quien gobernaba la tribu de Los Sutagaos , primeros pobladores de la zona.
El incendio arrasó con los archivos que contenían la reseña histórica del poblado y destruyó la sede de la Alcaldía del naciente municipio, que hace medio siglo fue anexado a Bogotá por mandato del general Gustavo Rojas Pinilla.
Sin embargo, en la memoria de los habitantes de hoy está grabado el relato que les hicieron sus antepasados sobre los hechos ocurridos en el pueblo, que durante más de tres siglos fue asentamiento de tribus indígenas.
"La historia cuenta que aquí venían los virreyes y oidores españoles a descansar y a enamorar a las indígenas", dice Gerardo Santafe al referirse al proceso de poblamiento del área que hoy comprende la localidad de Usme.
Precisamente de esos episodios surgió el nombre de la zona. Usme significa nido de amor , denominación que le dieron las comunidades indígenas cercanas a la gran familia de los chibchas, que se extendieron por toda la región del Sumapaz.
Usme como poblado de carácter rural aparece en el siglo XVII, cuando la iglesia de San Pedro de Usme fue fundada -en el año 1650- y erigida como parroquia.
Y como municipalidad, solo entre 1911 y 1954 se le reconoce a Usme la calidad de ente político administrativo, lo que coincide con la conformación del Distrito Especial de Bogotá.
Con esa decisión, la zona, caracterizada por las grandes haciendas en las que se cultivaba papa, trigo, arbeja y haba, pasó a ser la localidad quinta del Distrito y la comunidad usmeña quedó subordinada al mandato de Bogotá.
"A partir de ese momento se inició un proceso de invasión y de colonización que lleva 50 años", afirma Carlos Salazar, ex alcalde de Usme, al hacer reparos a la anexión hecha por Rojas Pinilla alegando la posición estratégica del área para el control de las guerrillas de la región, asentadas hoy en el páramo del Sumapaz.
"Por esa razón se ha estigmatizado siempre como zona roja", comenta Pedro Pablo Carrasco, un campesino de la región, quien pide que se acabe con ese mito por el daño que le ha causado al desarrollo de la localidad.
Otros habitantes, sin embargo, reconocen que hacer parte de Bogotá le ha traído a Usme una gran dinámica social, económica y cultural, que la proyecta como la zona de más futuro en los próximos 20 años.
Durante los últimos 50 años, del suelo de Usme no solo han salido millones de cargas de papa para abastecer a Bogotá y el resto del país. También de sus entrañas se han extraído la gravilla, la arena y la arcilla para fabricar los ladrillos destinados a obras de la magnitud de la biblioteca Virgilio Barco, el Eje Ambiental de la Jiménez y el edificio del Archivo Nacional.
Además, de las reservas hídricas que existen allí, se surte el 5 por ciento del agua que consume Bogotá.
La retribución por todos esos recursos que le aporta a la capital, apenas empezó a recibirla, con creces, hace seis años. Desde 1998 hasta hoy se han invertido 300 mil millones de pesos.
Las obras están a la vista: jardines sociales, entre ellos el de Nebraska -el más grande de Latinoamérica-, colegios, acueducto, alcantarillado y vías. "Pero lo más bueno ha sido la llegada del sistema TransMilenio", dice Rosario Rodríguez, vecina del barrio Santa Librada, el de más crecimiento urbano de la localidad.
"La inversión es grande pero sigue siendo insuficiente por el rezago que viene desde hace décadas. Solo cubre el 10 por ciento de las necesidades básicas de la población", sostiene la alcaldesa Ana Mery González.
Por su privilegiada ubicación estratégica, Usme dejará de ser el patio de atrás de Bogotá para convertirse, en un futuro próximo, en la puerta de entrada a la capital. El Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que limita la expansión hacia el norte, demarca la zona como un polo de desarrollo gracias a su cercanía con el Sumapaz, los Llanos Orientales, Tolima, Huila, Cundinamarca y Boyacá.
Allí se tienen pensados proyectos como frigoríficos, un parque industrial y minero, industrias manufactureras y lecheras, ampliación de la represa La Regadera y la construcción de la presa de Cantarrana para el manejo de la cuenca del Río Tunjuelito.
En vivienda se proyecta construir en los próximos 10 años unas 20 mil soluciones para urbanizar la zona rural, de las cuales ya se arrancó la primera fase con 8.000 en la Ciudadela Nuevo Usme.
"Estos proyectos marcarán el futuro de Bogotá y determinarán si Usme alcanza su desarrollo promisorio que todos le auguran o se queda como zona olvidada y pobre del Distrito", asegura Eduardo Caro Cárdenas, comerciante nacido en la localidad.
Webgrafia:http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-975081
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